Es uno de los nombres que primero resuenan cuando se habla de las ideas de la libertad. John Stuart Mill, un hombre precoz en el amplio sentido del término: fue un pionero en el llamado feminismo liberal, con poderosas reflexiones en su obra “La esclavitud de las mujeres” y era aún adolescente cuando ya estaba empapado de la filosofía que regiría toda su vida.
Se “codeaba” con los amigos de la casa como David Ricardo, Jeremy Bentham y mantuvo una amistad fecunda con Jean Baptiste Say, Henri de Saint Simon y Auguste Comte. De ellos y -fundamentalmente- de su padre, el filósofo escocés James Mill aprendió a cultivar un pensamiento exquisito que dejó, hoy, como legado.